La preocupación por el medio ambiente, es un tema que no sólo es cosmético. No se trata de crear productos más atractivos a la vista, es un tema real que según Nielsen —compañía líder global en información y medición— preocupa al 71% de la población en Latinoamérica, 51% de la población en Europa, y al 44% de la población en Estados Unidos.
Empresas como Adidas han creado productos en base a esta necesidad. En 2016 esta compañía junto con Parley for the Oceans, confeccionaron unos tenis hechos a base de desechos marinos. Y no podemos olvidar mencionar a marcas sustentable como Zady, Ethica o Green Point of view.
Reciclar y reutilizar son dos palabras que siempre debemos tener presentes, y es una maravilla que cada día se sumen más personas a este movimiento, como Amanda Preske, una joven estadounidense con doctorado en química, que realiza accesorios a partir de placas de circuito antiguo. Todo empezó cuando su hermano no pudo arreglar su computadora, en 2007, y al verla desarmada observó la belleza oculta en lo que muchos simplemente hubiesen considerado basura.
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Es un tema de conciencia social
Los residuos electrónicos implican consecuencias altamente nocivas para el medio ambiente ya que en su composición existen tóxicos como el plomo, el mercurio y el cadmio. También suele utilizarse selenio y arsénico, entre otros. Cuando estos compuestos son fundidos liberan toxinas al aire, tierra y agua, donde generan impactos significativos.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que cerca de 20 a 50 millones de toneladas de aparatos electrónicos son desechados anualmente, según su informe sobre Residuos de aparatos eléctricos. Por otra parte, se estima que entre el 50 y 80% de la basura tecnológica generada en Estados Unidos termina en países en vías de desarrollo.
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